Popular

TERMINARON las vacaciones de verano y era un día especial. Os preguntaréis por qué, pues porque no volvía al colegio, sino que había pasado de nivel: ya estaba en el instituto. Me arreglé, me preparé y me fui al autobús con mi amigo Samuel, más tarde hablaremos de él.

Cuando iba para mi primera clase, me perdí, porque de un momento para otro pasaron por lo menos cien personas por el pasillo cuando yo justamente estaba allí. Me asusté bastante, pero los populares como yo, –por lo menos eso quiero ser–, no nos asustamos por nada. Al final llegué tarde a clase. Todos mis nuevos compañeros se empezaron a reír de mí y me puse colorado, pero solo eso. Nada me iba a impedir ser popular en un sitio con muchísima gente, nada excepto… la más popular. Ella era una chica morena y con muy mala leche, eso ya lo descubriría con el tiempo. Le caí fatal. El problema es que ella era alta, –un gran problema, porque yo soy muy bajito–, es decir, impone, por lo menos para mí, y me dijo de malas maneras:

¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?¿Te has escapado del colegio?
Me llamo Sergio y no, no me he escapado del colegio. Es mi primer día en el instituto –respondí.
¿Tú vienes al instituto?, no me hagas reír –continuó con la broma.
Sí, sí vengo, y, lo siento, no me puedo quedar más tiempo. Me tengo que ir ya y corriendo. No quiero hablar más. Encantado. ¡Ah!, por cierto ¿eres popular?
Bastante. Soy la chica más popular. Me llamo Sofía y no tengo el placer de haberte conocido, puesto que enanos como tú, de poca vida social, hacen que mi popularidad se vaya al garete, y como tú comprenderás no voy a dejar que un renacuajo maloliente me la baje del nivel cien, es decir, lo máximo, a cero, es decir, nada. Así que, por favor, ya sé que soy guapa y que todos me adoráis, pero hay gente que tiene totalmente prohibido hablar conmigo, es decir, todo el resto del instituto que no es popular, y tú eres uno de ellos. Así que, por favor, si no quieres estropearme la vida, que esta sea la primera y última vez que hablamos. ¿Vale?, no necesito una respuesta. Es un sí y no hay nada más que hablar.
Pero…¡¡¡ yo soy popular!!! Bueno, lo voy a ser. Ya lo verás.

Y salí a correr y, mientras corría, miré hacia atrás y le grité:

No eres tan guapa. Las hay mejores que tú.

No sé si me escuchó. Lo que sé es que no me mintió. Todo el mundo la adoraba y todos se quedaban mirándola por el pasillo. 

Lo que me dijo Sofía me hundió, pero, como os dije al principio, tengo gente que me apoya, como Samuel. Él es mi mejor amigo desde los cuatro años. Es un poco más alto que yo. Es rubio y no muy listo, pero algunas veces tiene unas ideas fantásticas y perfectas para que yo consiga lo que quiero. Además, es muy divertido y me encanta ver películas de miedo con él. Cuando le dije lo que me había hecho Sofía se quedó perplejo y dijo que tenía el plan perfecto para que una chica como ella se quedara sorprendida. Yo, al principio, no le entendí, pero después lo hice perfectamente: lo que tenía que cambiar era el envoltorio. Yo no me consideraba feo, pero ella sí, y eso tenía que cambiar. Así que durante los meses siguientes fui, poco a poco, cambiando mi look. Me empecé a poner la ropa de mi hermano, que era uno de los chicos más populares del instituto. A los pocos días, ya con mi nueva forma de vestir, me crucé con Sofía por el pasillo y se quedó sin palabras, aunque dijo:

–¡Qué cambio de look tan tremendo! De lejos no te conocía.

Es increíble, pero solo con cambiar un poco la forma de vestir, me hice popular. Entonces comprendí lo estúpido del asunto y ya no quise serlo. A partir de ese día me comporté como un chico que piensa.

Petri Guerrero Marcos (1º ESO. 12 años)

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